14 de agosto de 2007

La “senderización” de la vida social

Hace un tiempo, en este mismo medio, el brillante docente universitario Luís Vilcatoma Salas, señaló que Puno vive una suerte de “senderización” de la vida social, caracterizado por la agresión verbal, gestual y física, como forma efectiva de solucionar problemas o lograr reivindicaciones colectivas o conseguir simples protagonismos personales.

Al parecer, esta tesis, cada día se confirma; y para ello no es necesario recurrir a exigentes trabajos académicos o explicaciones ampulosas, una mirada al lado violento de nosotros mismos -registrados en cruentas páginas policiales- y quedará consentido que la violencia impera en nuestra región.

Es que los efectos de la violencia generada por la “guerra interna” iniciada en los ´80, aún lo vivimos en carne propia y multiplicada exponencialmente; así, aquella violencia política se ha ido transformando en una violencia urbana, vengativa, incesante, cruel y a veces anónima. La muestra clara es la Ciudad de los Vientos.

Pero, si el norte protagonizó el atentado en el mercado Tupac Amaru, que dicho sea de paso revivió hace días felizmente sin víctimas, el sur representado por Ilave, castigó a Fernando Robles hasta matarlo. Así queda evidenciado que en nuestra región, rápidamente quebrantamos las normas de convivencia social, de allí el exorbitantes cifras de suicidios, asesinatos, violaciones y asaltos.

Sin embargo, echar toda la culpa a la violencia política de los ‘80, sería una análisis superficial, es necesario reconocer que nuestra población actúa también empujado por el resentimiento de tanto olvido, reacciona ante tanta postergación, hace frente a la exclusión permanente; de otra manera, es inexplicable, las innumerables marchas y movilizaciones que a diario se registran.

Para hacer contrasentido del olvido, no es necesario ser un caudillo y dejarse llevar por la corriente, mas bien es necesario emprender como gobierno políticas adecuadas de salud y educación, además de una obligada promoción Seguridad Alimentaría y Nutrición; allí la asistencia del Estado sólo es un componente, más bien es imprescindible la decida participación de la población.

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