Un devorador fenómeno ataca a los pobladores tercermundistas que habitan a orillas del Titicaca. Este fenómeno obliga a los migrantes recién adaptados a la vida urbana, a endeudarse para consumir y luego trabajar para pagar la deuda. La economía y sociología lo han catalogado como la “sociedad de consumo”, claro que algunos no entienden nada de lo dicho y solo saben que comprando serán tan iguales como los de la televisión.
La “sociedad de consumo” es la hija mayor del capitalismo o si quieren del neoliberalismo, sí el mismo neoliberalismo que Hernán Fuentes ha prometido enfrentarlo hasta derribarlo, claro que lo último es pura retórica política.
A diario veo a mis paisanos, comprar productos de bienes y servicios sin parar, sin priorizar sus necesidades. Esta bien el consumo, es imprescindible para satisfacer las necesidades humanas, pero cuando satisfacemos necesidades suntuarias sólo estamos alimentando las arcas de las empresas transnacionales.
Las marcas con altas utilidades producto de esta “sociedad de consumo” de la cual ya somos parte y nos reciben con alfombra, son las bebidas (Cusqueña, Coca Cola), los celulares (Movistar o Claro), las farmacias (Inkafarma), los artefactos (Sony o cualquier otra imitación) los cosméticos (Unique, Avon) y la lista puede ser tan larga que ameritaría una publicación especial.
La “sociedad de consumo” es la otra cara de la pobreza, para tener una idea se sabe que en el mundo hay un promedio de 1.700 millones de consumidores y 2.800 millones de pobres. Pero éste es un cálculo superficial, porque en realidad tanta es la fuerza de esta “sociedad de consumo” que los pobres y hablo de los que se encuentran en extrema pobreza también, contribuyen a la consolidación de la misma.
Hace tiempo, es decir hace 20 o 30 años, en una lejana localidad de la región, la merienda de los campesinos consistía en algo ligero, podría haber sido algún derivado de la cebada o de otro producto andino, hoy sino fue reemplazado al menos es adicionado por una bebida –gaseosa-, adicionalmente una goma de mascar.
A la sociedad capitalista o neoliberalista no le interesa frenar el consumismo de unos y elevar el nivel de vida de quienes más lo necesitan, no, nada de eso y al contrario, te vende un mundo ideal y te advierte subliminalmente que sólo se puede ingresar a él comprando determinadas “marcas”.
La “sociedad de consumo” es imparable, que intentarlo sólo funciona como una reflexión académica; lo que propongo es unirse a esta nueva sociedad de consumo y sacarle provecho, porque con los años habrán tantos endeudados que no sabrán que comprar. Vamos anímate, los aymaras y quechuas podríamos beneficiarnos también.
10 de enero de 2007
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