27 de febrero de 2007

La cultura de la apariencia

El antiguo refrán “la mujer del César no sólo debe serlo sino también parecerlo”, definitivamente no se cumple en Puno, más bien pareciera tener actualidad una variante de ésta célebre que resultaría, “la mujer del Cesar, antes que serlo debe parecerlo”.

Así queda sustentada la cultura de la apariencia; esta expresión parece que al parecer es innata del hombre andino, es un factor importante en el movimiento económico en el altiplano.

Las recién concluidas fiestas carnavalescas y la Virgen de la Candelaria, resaltan una actitud constante y refuerzan una práctica colectiva, “es posible quedarse sin dinero, pero lo más importante es quedar bien ante el colectivo social”.

Los hombres y mujeres del altiplano, fieles herederos de las culturas aymara y quechua, casi todos los años se enfrentan a esta práctica colectiva, pero siempre terminan vencidos; entonces estos vencidos serán los nuevos componentes del grueso número que le da vida a la cultura de la apariencia.

En consecuencia, los hombres y mujeres, se moverán por apariencia, se casan por apariencia, bailan por apariencia, en fin hacen todo por apariencia. A diferencia del europeo o norteamericano, los puneños, juliaqueños, azangarinos y los otros lugareños, actuamos por apariencia.

Gracias a la cultura de la apariencia, esta región es una región sui géneris y contraria a cualquier proyección económica social.

Según el censo poblacional 2005, la población regional asciende a más de 1 millón 245,508 personas, de ellos el 49 % no cuenta con servicio de agua potable, 36% no tiene desagüe, 44% con cuenta con electricidad, 24% de no sabe leer ni escribir, 80% de los puneños no accede a los servicios de salud, la desnutrición crónica en la primera infancia llega al 50%.

Entonces la pregunta es ¿por qué siendo una región con tantos problemas, con alta desnutrición, con alto nivel de analfabetismo, con escasos indicadores de acceso de salud y educación, derrochamos energía y economía en las nuestras fiestas patronales?.

Sin bien la cultura de la apariencia no es el total de los factores, es un buen contribuyente de esta contradicción. Y esta contradicción, es motivo de reflexión.

Para poner sólo un ejemplo, la Festividad de la Virgen de la Candelaria, esta valorizada en más de 5 millones de dólares. ¿Cuantos problemas sociales se podría solucionar con este elevado presupuesto?.

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