2 de junio de 2007

La insensibilidad de los que marchan

En los últimos años, los puneños ya estamos acostumbrándonos a soportar una infinidad de movilizaciones, que casi a diario nos obligan a presenciar las sociedades provincianas de este milenio. En estos días, las marchas y movilizaciones son los ruidos más constantes que las ciudades del tercer mundo soportamos, pero en definitiva no son la mejor estrategia para sensibilizar, si ese es el caso.

Con más frecuencia que los años anteriores, desde los más ingenuos hasta los más cándidos, en diversas fechas y con diversos motivos, marchan por las principales calles de las ciudades urbanas con mayor crecimiento; marchan por el día del trabajo, marchan por el día del medio ambiente, marchan por las desavenencias al interior de cualquier organización y cualquier día conmemorativo previsto en el calendario se celebra con una movilización; como tratando de sensibilizar a los testigos.

En realidad es difícil saber si los que se movilizan tratan de sensibilizar a los pobladores, pretenden llamar la miradas de las autoridades para que les presten atención en la solución de sus problemas o simplemente tratan de captar las cámaras de televisión, el interés de la radio y de la prensa escrita.

Si es el primer caso -sensibilizar a los pobladores- sus efectos son los más lejanos a sus objetivos, porque es harto conocido que los pobladores cada vez que existe una marcha, lo primero que hacen es expresar su incomodidad por la limitada transitabilidad y los ruidos que éstos generan. Y algo más, el sinfín de textos, la ilegibilidad y los formatos utilizados hacen de estos recursos comunicativos como “pancartas” y “bambalinas”, sean los más ineficientes; en todo caso, los menos indicados para sensibilizar a una población cada vez más insensible y menos proactiva.

Si el asunto es hacer que los gobernantes les preste atención, igual no tendrá mucho efecto, debido a que nuestras autoridades hoy se caracterizan por su alta insensibilidad, posiblemente en este caso, el recurso más eficiente sea la sitiación del local institucional y actitudes de fuerza. Las estadísticas nos sustentan que las tomas de local al menos terminan en compromisos.

Si el caso es solamente para llamar la atención de los medios de comunicación, su cometido es el más eficiente, porque los ávidos hombres de prensa, encontrarán noticias de la manera más fácil. No faltarán las entrevistas, cámaras fotográficas y las filmadoras caseras, pero posiblemente igual no llegue a sensibilizar a los consumidores de estos medios, porque dentro tantas movilizaciones que presenciamos una más, obviamente pasa desapercibida.

En efecto, es necesario que las instituciones, antes de movilizar como mansos corderitos a sus integrantes, sensibilicen al interior de sus organizaciones, y si optan por salir a recorrer las calles, se esfuercen por innovar otras formas de sensibilización. Es una afirmación casi científica que las movilizaciones tienen escasos efectos en la población y son sumamente pasivos para una sociedad que está acostumbrada a consumir mensajes más agresivos.

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