Jesús nació y vivió en Palestina hace dos mil años. Todos los datos que conocemos son gracias a los evangelios o relatos escritos por sus discípulos. La prédica de Jesús como hijo de Dios iba contra las creencias de la religión judía y su actitud fue considerada como una blasfemia, entonces el mismo gobernador romano Poncio Pilatos lo condenó a muerte, obligándolo a cargar la cruz hasta el monte Gólgota.
En semana santa, una publicidad local producida por Candamo Films dirigida por Roberto Mercado, nos hace recordar la trágica muerte de Jesús. Lejos de gólgota o de Belén, la historia de la crucifixión de Jesucristo se repite todos los días en el lago Titicaca. La incultura ambiental, la indiferencia del hombre, la falta de conciencia de nuestros coterráneos, está matando al lago.
Ese lago que se pintaba como sagrado, milenario, turístico, misterioso, ahora se pinta como descuidado, desagradable y hasta abominable y putrefacto; o sino preguntemos como imagina nuestro lago un niño que asiste a educación inicial.
Las muñecas de Jesús esta vez son clavadas en el Titicaca. Cada vez que quemamos totorales, cada vez que echamos basura, cada vez que miccionamos o evacuamos en la bahía interior de Puno, el sufrimiento de la madre de la naturaleza se asemeja al sufrimiento de Jesús en la cruz.
Las inoperancia de la instituciones como el PELT, ALT, EMSA-Puno, Municipalidad Provincial de Puno y Gobierno, que según el Colegio de Ingenieros, en los últimos 30 años gastaron más 30 millones de soles en proyectos y nada en ejecución de obras, son para el Titicaca, lo mismo que sintió Jesús con la imposición de la corona de espinas.
De no ser el egoísmo y la traición que impera en los gobiernos de turno, la situación actual del lago ha podido ser diferente. Estos pésimos funcionarios son los Judas de hoy, malgastaron los fondos del estado peruano y de la cooperación internacional. Estos son los que juran ser hijos de Dios, y con su egoísmo son los primeros que afectan a la naturaleza. Claro, estos malos ejemplares están en todo lado, también los hay en Bolivia y en toda la circunscripción del Titicaca.
En Semana Santa, el milenario Titicaca, también pide clemencia y espera que tomemos una actitud de cambio, de lo contrario estamos condenados a perderlo.
6 de abril de 2007
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