Es harto conocido que en enero del presente año, luego de las evaluaciones que enervaron los ánimos de los sutepistas, el magisterio peruano se despojó de los harapos que le cubrían, se desnudó y evidenció lo que era conocido a medias voces, los maestros no son el mejor ejemplo. Un número que casi alcanza la mitad no resuelve problemas aritméticos simples y un poco más del tercio no alcanza una comprensión mínima en lectura.
Así de grave está la situación del maestro peruano, años tras año fue perdiendo la confianza, la admiración y el respeto. Atrás quedó el otrora maestro que era protagonista de los principales cambios de la sociedad, el maestro ya no es más el respetable hombre ejemplo de las otras profesiones, y en la actualidad es la última profesión que los jóvenes de hoy quieren seguir.
Como si no fuera suficiente para convencernos que el magisterio pasa por un mal momento, quien sabe por cuanto tiempo más estará en este estado, otra vez en marzo, los resultados de una evaluación realizada por la Universidad Nacional del Altiplano a los más de 10 mil maestros que postularon a contratos en nuestra región, nos cachetea, señalándonos que sólo 326 maestros superaron la nota aprobatoria.
Días después, como si el destino le dijera basta a la grave situación de la educación, más 2 mil 500 postulantes a institutos pedagógicos y escuelas artísticas se sometieron a una evaluación y sólo 52 logran cruzar la nota mínima. La evaluación sin precedentes se realizó en cumplimiento a la norma emanada por el gobierno de Alan García, Según indica esta norma los aspirantes a ser maestros, desde el presente año, deberán obtener como mínimo la nota de 14, para luego pasar a la segunda etapa de la evaluación, que consistente en test psicológico y vocacional.
¿Entonces que esperamos para mejorar la situación de la educación y del maestro en particular? ¿Cómo hacemos para elevar la autoestima del maestro?.
Para mejorar la realidad educativa y la autoestima de los maestros, es necesario recobrar el tiempo perdido, empecemos por reconocer cuánto hemos hecho cada uno de nosotros por la educación. Exijamos en nuestra escuela, calidad antes que cantidad, ya no engañemos más a las futuras generaciones.
Para recobrar el sitial que tenía el maestro es necesario un esfuerzo mancomunado de todos los actores, pero más que ello es necesario que los más 10 mil docentes sin contrato y los 21 mil maestros que están en ejercicio, muestren disposición para mejorar y elevar la educación peruana o simplemente que den un paso al costado, para que otros hagan por ellos lo que no hicieron en años.
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