Hoy, se recuerda el Día Internacional de la Mujer, una fecha histórica instaurada para exigir el derecho de sufragio allá por los inicios del siglo XX, hoy, se ve reflejada en la exigencia de la igualdad de condiciones y oportunidades al hombre.
Por propuesta de las activistas alemanas, en 1914, casi arbitrariamente se instituye el 8 de marzo como Día Internacional De La Mujer Trabajadora.
Desde entonces mujeres y hombres de todo el mundo sin importar naciones, diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, recordamos casi forzados el Día Internacional de la Mujer, pero en sí, son celebraciones protocolares y cada año con resultados menos fructíferos, al menos en el altiplano.
Sino démosle una mirada hacia atrás, desde hace a 93 años se recuerdan como luchadoras, abnegadas, valientes, pero luego se vacila con los mismos problemas y taras de esta sociedad, como la violencia a la mujer.
Pero lo triste es que, las promotoras de la discriminación y la violencia, son las mismas mujeres. Para ejemplo, en la casa o la escuela que son los mayores centros de interacción y socialización, formamos a nuestros hijos con marcadas actitudes “machistas”, es decir, otorgamos superioridad a los hijos varones y sumisión a las mujeres.
En tal sentido, en este día, no es necesario salir a las calles, recordar a las trabajadoras que fueron quemadas en las textilerías norteamericanas o premiar a una mujer campesina medianamente humilde, más bien es necesario corregir nuestras actitudes machistas en casa, en la escuela, en el barrio o en cualquier organización que interactuamos.
No es suficientemente la Ley de Igualdad de Oportunidades y Participación Política de la Mujer o el trabajo del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, más importante es, desterrar las actitudes machistas de uno mismo.
8 de marzo de 2007
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