24 de marzo de 2007

¡Basta! a los que pretenden silenciar al periodismo

Hace exactamente una semana, el sábado 17 de marzo, de manera cruel y premeditadamente fue baleado el periodista Miguel Pérez Julca (38) de Cajamarca; se conoce que el hombre de prensa era duro crítico de la gestión local en Jaén.

La noche del sábado, el periodista se disponía a llegar a su domicilio, a pocos pasos su esposa Nelly Guevara y sus dos hijos lo esperaban para darle la bienvenida, pero casi junto con él también llegaron dos hombres en una moto, el conductor detuvo el vehículo se paró frente al periodista y su acompañante del asiento de atrás disparó 2 veces sin titubeo, los que le perforaron la cabeza del periodista y éste murió instantemente.

Y con él también murió "El Informativo del Pueblo", de radio Éxitos, programa que dirigía el periodista. Sus detractores celebran su silencio, ayudados de la bala asesina lograron su objetivo; disminuyeron a la prensa, intimidaron a los periodistas de esta comunidad, arrebataron a los escasos valores que aún se práctica.

Pero la viveza y el silencio no duró mucho tiempo, el Pueblo de Jaén salió a las calles en un número que superan las 10 mil almas y rechazó de pie este cruel asesinato y demandó dar con los responsables del silenciamiento.

La Asociación Nacional de Periodistas, la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP), la Federación Internacional de Periodistas y todos los gremios nacionales internacionales hoy exigen la sanción a los perpetradores.

Este hecho nos indigna y amenaza nuestra libertad de prensa, en tal sentido, hacemos nuestra las expresiones de Gonzalo Marroquín, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP: “Condenamos este crimen e instamos a las autoridades correspondientes a investigar cuanto antes para dar con los autores materiales e instigadores del asesinato. Nos solidarizamos con los familiares y colegas de Pérez Julca'.

Pero, el esclarecimiento y la sanción de los responsables no son suficientes, sólo es el primer paso; es necesario que el Estado, a través de sus diferentes órganos, garantice la paz social y la protección a los hombres de prensa. Y estos a la vez están llamados a realizar una labor profesional conforme a los preceptos deontológicos y cumplir con las expectativas de la ciudadanía.

¡Basta de amenazas y asesinatos!

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