25 de abril de 2009

Diario Correo, ¡qué nivel!

Con la abierta discriminación que sufrió la congresista quechua Hilaria Supa, Correo se ha graduado como el medio de comunicación excluyente, intolerante y disociador del Perú, los anteriores insultos fueron perpetrados por Andrés Bedoya Ugarteche, ahora son del mismo director Aldo Mariategui; no queda duda que estas actitudes encarnan el verdadero sentir del diario Correo que se erige como lo adverso a la defensa de la dignidad humana.


La mujer de trenzas negras, sombrero cusqueño, chaqueta de bayeta, ataviada de los colores de la naturaleza como miles de pobladores andinos, Hilaria Supa, ha sufrido la humillación más comentada por su condición de quechuahablante, al ser expuestas sus faltas ortográficas en un medio de comunicación.

“Se trataba de Hilaria Supa, parlamentaria del Partido Nacionalista Peruano elegida por la región Cusco, y a decir de lo que descubrió una reveladora foto de Correo, sus limitaciones en cuanto a ortografía y sintaxis dejan mucho que desear. Las tomas obtenidas del cuaderno de notas de la mujer de 49 años hablan por sí solas”, señala el texto del diario dirigido por Aldo Mariategui.

Para completar la actitud negativa, líneas más adelante, el Correo le recuerda su experiencia como empleada de hogar; además, el redactor acude a una frase también discriminatoria de autoría de Martha Hildebrandt: "Miren los modales de estas niñas quechuahablantes", señaló la lingüista tiempo atrás cuando debatían en el Congreso de la República el proyecto de Ley para declarar oficiales las lenguas aborígenes.

Para el diario Correo, la congresista Hilaria Supa al no tener educación básica, es una ciudadana de tercer nivel y como tal no está capacitada para ejercer funciones en el Congreso de la República. Esto es paradójico y doblemente discriminatorio. Desde la perspectiva de la clase a la cual representa el director de Correo, la educación excluyente es funcional, pero al mismo tiempo se queja de la ausencia de educación en Hilaria Supa, que presenta a los sectores olvidados. Aquí sólo cabe la intolerancia y el racismo latente en un gran sector de peruanos.

Sin embargo la posición intolerante del Correo hacia los congresistas no es nueva, en fecha 16 de marzo, Correo atacó: “las disforzadas Sumire y Supa, que juegan siempre a las víctimas”. El 21 de febrero del 2008, retrucó otra vez: “Sugiero un minuto de silencio por el tino de nuestros congresistas y dos minutos de silencio por las neuronas de la congresista Sumire, quien fue la autora de la genial y pertinente iniciativa (vaticino su respuesta: ‘racista’ o alguna sandez así. De eso vive políticamente, junto a su yunta la Supa)”.

El congresista Yonhy Lescano, también fue motivo de menosprecio: “en Congresos que encima eran infinitamente superiores a los actuales al ser integrados por unos señorones muchísimo más cultos y preparados (el destacado filósofo Javier Prado o jurisconsultos de nota como Mariano H. Cornejo, Francisco Tudela y Varela, Alberto Ulloa, Arturo Osores, J. Matías Manzanilla, entre otros) que los actuales tan penosos como Yonhy Lescano, Supa, Sumire, Sasieta, Cajahuanca, Miró Ruiz, Otárola, Mekler, Abugattás, etc. No existe el menor punto de comparación entre esos eruditos de antaño y estos iletrados que tenemos ahora”, reza su editorial del 4 de marzo de 2009.

DISCRIMINACION EN PUNO
Si las expresiones contra Hilaria Supa causaron indignación y motivaron pronunciamientos y cartas de solidaridad, de instituciones como el Instituto de Defensa Legal, CONACAMI PERU, la Mesa contra el Racismo, formada por Amnistía Internacional Perú, APRODEH y la Coordinadora Nacional de Derechos, y otros organismos; la opiniones contra los aymaras y quechua de Puno, son más denigrantes aún. En el altiplano, el columnista Andres Bedoya Ugarteche es el artífice de las más bajas pasiones, su lenguaje se escribe en Lima y se oye en Puno, al igual que Aldo Mariategui nunca pidió disculpas por su escritura discriminante, al contrario tiene la anuencia del medio para continuar con su lenguaje disociador.

Para recordar, el diario Correo, en fecha 8 de noviembre del 2008, insultó a Puno a través de su columnista Andrés Bedoya Ugarteche: "Tacnopunoqueguanos y otras peruanazas …¿quiénes coño han sido los subvertebrados que han actuado como la basura que son? Sí lo adivinaron: puneños arreados por la cabronería comunista en un noventinueve por ciento. Y que no se me diga racista: puneño es gentilicio y geográfico. Además, todos los hemos visto en la televisión, enarbolando, única y exclusivamente la ridícula bandera esa a cuadraditos multicolores representativa de los quechua-aymaras.

El 9 de agosto del 2007, el columnista Pedro Salinas, se expresó de la manera más baja de Juliaca: "Lampa es la antítesis de Juliaca, esa ciudad parida por el diablo, caótica e insufrible, cuna de contrabandistas, antónima de la estética, antesala del infierno, desde la que se yergue un huachafísmo monumento al carretillero, en la que a uno le asalta la sensación de Richard Kimble, donde lo primero que se piensa al entrar en ella es cómo escapar de ahí". Y lo mas grave fue esta comparación: "Grande, Lampa. En cambio Juliaca, una caca". El autor del artículo no se arrepiente de nada y lo volvió a ratificar en una edición de la revista Etiqueta Negra.

Tiempo atrás, el 10 de enero del 2005, el mismo diario a través de su columnista Andrés Bedoya Ugarteche, se expresó: "¿saben qué, indios de mierda? Ustedes no tienen complejo de inferioridad, ustedes SON inferiores. Y son inferiores porque son quechuas y aymaras". “La estúpida “nación aymara” está combatiendo a “los españoles” ¿Habrán querido decir “blancos”? Vaya usted a saber lo que puede producir un seudocerebro indígena. ¿Cuáles son los países más cagados de Sudamérica? Los tres que tienen indios, pues: Ecuador, Perú y Bolivia. ¿Qué tal, aymaras de mierda? ¿Les gustó mi racismo?”.

El Perú es un país multiétnico, pluricultural y multilingüe, constituido por quechuas, aymaras, ashanikas, aguarunas, shipibos y otros habitantes; y el papel de los medios de comunicación no es el de disociador, los medios somos agentes encargados de vincular al ciudadano con las organizaciones y viceversa; la función crítica con el poder y la fiscalización con los elegidos es un rol aún más preponderante, pero de ninguna manera la burla y la discriminación con los lectores. Y lo que queda es desechar y cambiar a los medios que denigran y hacen apología a la violencia, promueven el morbo y callan convenidamente la corrupción estatal. Es hora de activar nuestra capacidad de indignación reemplazada hace años por la resignación. Basta de una lectura basura.

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