Nuestro país, heredero de la riqueza milenaria como el Machupicchu o el lago Titicaca que maravillan el mundo, también es primogénita de la peor clase política y un empresariado hampón a la medida de caudillos “salvadores”, cuya mayor práctica de valores se resume en la deslealtad y la corrupción. Haciendo gala de su existencia, uno de estos conspicuos representantes, la Compañía de Estudios de Mercado y Opinión pública (CPI) presentó su última manufactura, una encuesta naranja, color que excita el entusiasmo de los seguidores de Alberto Fujimori.
Según la encuesta fabricada en menos de 24 horas, el 59,4% de la población de Lima y Callao está en desacuerdo con el fallo de la Sala Penal Especial que condenó a 25 años de prisión al ex presidente Alberto Fujimori; y como sí el mismo peruano-nipón hablara, el 52,0% opina que el Estado peruano debe perdonar e indultarlo a quien ordenó la masacre de la universidad La Cantuta, premió a los que victimaron en Barrios Altos, y sonrió complacido cuando Gustavo Gorriti y Samuel Dyer fueron secuestrados.
Las cifras de CPI son un extravío en la lógica de cualquier ciudadano, y para demostrar tal maniobra no es necesario acudir a explicaciones científicas, basta con el raciocinio más básico. La grosera manipulación fue publicada por Correo el miércoles 8 de abril, para tal caso la encuesta debió ser ejecutada y procesada en menos 7 horas. Recordemos que la lectura de sentencia terminó un poco más del medio día; es decir, los encuestadores de CPI hicieron el trabajo de campo en horas de la tarde cuando un gran sector de peruanos recién masticaba la sentencia. Algo más, según estándares de investigaciones de este tipo, normalmente la encuesta se realiza con un método estadístico polietápico (los encuestadores debieron conseguir porcentajes de grupos género, edad y nivel socioeconómico). Es muy difícil cumplir las exigencias mínimas de una encuesta sería en tan poco horas. Es diferente en las encuestas a boca de urna, donde la totalidad de los encuestados están centrados en el tema motivo del estudio.
El accionar de CPI en estos avatares no es nuevo, al contrario, va camino a la perpetuidad del cinismo, característica esencial de quienes toman el poder con la sed del dipsómano. En el 2000, cuando el aparato logístico financiaba todo, incluido encuestas y medios de comunicación, CPI juntamente con la encuestadora DATUM, elogiaron con cifras en mano la reelección del ex presidente Fujimori. Tampoco es nuevo que Correo sirva de altoparlante a quienes accionan con pergaminos apócrifos; en esta parte del altiplano, sus elogios a quienes ensanchan la ignorancia nos suenan tan familiares.
Pero la aversión a CPI no sólo en el orden político, también es el sector empresarial; los directivos de medios de comunicación del Perú al recibir las cifras manipuladas sobre la audiencia radial y lectoría de diarios, cada vez muestran menor tolerancia; en el 2008, la maniobra fue tan evidente que eliminó de su lista de estudio, a Pachamama, la segunda radio más importante de la región. En el caso de audiencias, CPI ostenta una especie de monopolio con el auspicio de medios de comunicación nacional, porque sus resultados son agua bendita al momento de distribuirse la torta publicitaria. ¿Es posible movilizar la indignación, reemplazada hace mucho tiempo en el Perú por la resignación?
Publicado en www.losandes.com.pe
14 de abril de 2009
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