Los excelentísimos profesores universitarios, de vez en cuando reconocidos como catedráticos, exigen homologación de sus remuneraciones con la de los magistrados; aquellos universitarios que en su mayoría por treta permanecen en el antaño honorable cargo demandan la urgente mejoría de sus haberes y como el presidente Alan García, el hombre que también fue universitario en sus ratos libres, no entiende a los abnegados maestros, ellos desde hoy reiniciará la huelga nacional indefinida.
La paralización fue decretada por la Federación Nacional de Docentes Universitarios del Perú (Fendup), y según su secretario general nacional, Julio Lazo Tovar, los universitarios que acatarán se aproximan a los 22 mil profesores en todo el país, todos ellos se muestran disconformes con el actuar del gobierno aprista, por haber incumplido con el calendario de homologación; lo que no logra entender la mayoría de los mortales, es cómo pueden tener la autoridad moral para exigir la mejoría de sus sueldos, si los estudiantes que egresan de las universidades públicas, no tienen el nivel suficiente para responder a la demanda de las empresas competitivas.
El artículo 53 de la Ley Universitaria dispone que las remuneraciones de los docentes son equivalentes a las de sus pares del poder judicial, basta saber las remuneraciones de éstos. Si ya es una afrenta al bolsillo peruano, que los magistrados perciban en promedio diez mil nuevos soles y más aún considerando su actuar y las diversas denuncias de ilícitos que trascienden en los últimos días, pretender equiparar los haberes de los universitarios es doblemente afrenta.
En la Universidad de Buenos Aires (UBA), el 40% de maestros trabajan sin cobrar nada, y según se conoce que los maestros ad honorem superan los 11 mil; a pesar que de sus resultados también son cuestionados, esta es una muy buena propuesta. Esta modalidad debería implementarse a nivel nacional, es más, la lógica nos señala que el profesional que se desempeña competentemente en su carrera, es un maestro universitario en potencia, al menos podría ser superior a los maestros de hoy, quienes son diestramente académicos pero zurdos a la hora de imponer soluciones cotidianas. Vamos anímense a recibir a maestros ad honorem y su sueldo podría dejar de ser una carga para el Estado.
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