El próximo miércoles 20 se realizará la evaluación a la totalidad de los integrantes del magisterio peruano, es decir, una evaluación censal. De concretarse lo planificado, aunque no parece ser así, unos 261 900 profesores del sector público nacional, serán evaluados.
El Estado ha destinado 28 millones de soles para esta evaluación. La dirigencia nacional ligada al Partido Patria Roja ha ordenado a sus integrantes una abstención a la evaluación, mientras que en Puno la directiva es boicotear el examen al magisterio. El máximo líder del SUTE, Cesar Hugo Tito Charaja, ha ratificado el paro de 72 horas.
No estamos seguros que todos los integrantes del magisterio acaten el paro convocado para los días 18, 19 y 20, pero si podemos estar seguro de algo, el magisterio en su integridad teme un despido post-evaluación. Que si bien no iniciaría inmediatamente, la evaluación constituirá un indicador y definiría el estado deplorable en el cual se encuentran los formadores.
La prueba que según el magisterio podría acabar con su estabilidad laboral, tiene 80 peguntas, cada texto viene con opciones múltiples para marcar. Son textos donde hay que desarrollar la comprensión básica de lo que se lee, 20 problemas básicos, con conceptos y procedimientos básicos, ejercicios matemáticos con opciones para marcar y sobre las funciones de currícula general y especial. Suena relativamente fácil.
Más allá de aprobar la prueba o resultar “jalado”. Tanto el gobierno como los maestros esconden algo, por ello manejan doble discurso.
El día miércoles no habrá clases, la autoridad ha suspendido las labores académicas y otorgará facilidades para la movilización de los maestros que quieran hacerlo. “El examen no es punitivo, no es sancionador, ni siquiera es desprestigiador de los maestros”, asegura el gobierno, pero podemos asegurar que esta evaluación tendrá efectos negativos para los malos integrantes del magisterio peruano.
Por su parte los maestros dicen estar a favor del mejoramiento educativo, pero no permiten una prueba de entrada para generar capacitación. Este es el doble de discurso, ser por no ser. Cada integrante del SUTEP, es consciente de la desastrosa situación de su institución educativa en la que trabaja, comprende que los alumnos no son los mejores y los padres de familia no coadyuvan en la mejoría. Pero igual no quieren someterse a la evaluación.
Es inminente. Tarde o tempano los maestros tendrán que entender que la evaluación será beneficiosa y constituirá el punto de partida para mejorar la educación peruana. Y ojala sea el punto inicial de un proceso de separación de los malos integrantes del magisterio, que lamentablemente son la mayoría. Cuanto bien haría contar con profesionales competentes, al menos dejaríamos de estar en América del Sur en los últimos lugares en matemática y lenguaje.
18 de diciembre de 2006
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