Los hospitales públicos de Puno están en emergencia. Contrario al slogan “Personas que atendemos personas”, la atención al usuario es pésima, la infraestructura del sistema hospitalario esta en decadencia, la calidez del personal de salud sólo funciona contadas veces, el servicio de consultorio externo es superficial casi en todas las especialidades y lo peor es la ausencia de limpieza y aseo en los diversos servicios.
Prueba fehaciente de la lamentable situación es la encuesta que se plantea la misma Dirección Regional de Salud – Puno en su pagina Web. A la pregunta ¿que opinión le merece la atención de los hospitales de la Región de Salud Puno?, un 5.74% califica de excelente, 4.10% de muy buena, 3.28% de buena, 23.77% de regular y un 62.30% de pésima. Y realmente es pésimo el servicio hospitalario en la región Puno.
De acuerdo a los lineamientos de política sectorial para el período 2002 – 2012, el Ministerio de Salud debería priorizar la calidad de la atención, los servicios deberían satisfacer a los usuarios y sobre todo proteger la dignidad personal; pero lejos de este ideario los hospitales públicos son la mas ineficientes.
Los problemas son similares en el hospital de Puno y de las otras ciudades, la equidad principio elemental de la justicia social esta ausente, los servicios de salud en el Perú tienen la tendencia de ampliar la brecha entre los sectores pobres y ricos de la sociedad.
En la actualidad la brecha es abismal. Estadísticas del Ministerio de Salud reflejan que un 20% de la población tiene posibilidades de acceder a los servicios del seguro social, el 12% accede a los servicios privados y el 3% es atendido por la Sanidad de las Fuerzas Armadas (FFAA) y de la Policía Nacional del Perú (PNP) y el 65% se atiende en hospitales públicos.
Los médicos causan mayor presupuesto al Estado en su formación universitaria, sin embargo adverso a cualquier política de equidad, son los más caros en los consultorios privados.
Al tacho con eso de “personas que atendemos personas”. El hospital esta enfermo, los médicos son más diestros utilizando el bisturí que previniendo salud de sus pacientes o investigando para afrontar lo venidero, los internos (practicantes e iniciados del bisturí) se alucinan médicos experimentados y en la mayoría de los casos reemplazan a los galenos, no por su suficiencia sino por desgano de los primeros.
Las enfermeras improvisan de médicos y se les hace imposible responder a la infinidad de peticiones, los técnicos se hacen llamar doctor y sienten regocijo ante débiles pacientes venidos de recónditos lugares. Al diablo con el derecho al acceso a la salud y la calidad de servicio; los médicos y el personal de salud hacen bien su trabajo sólo cuando tienen un plus o son contratados por “clínica”.
La infraestructura de salud y los servicios básicos del hospital público son los más deprimentes. Basta ingresar a los servicios higiénicos o ingresar por el servicio de emergencia para entender que el hospital público en la mayoría de los casos te enferma antes que curarte.
Que duda cabe el hospital público esta enfermo…Mientras que Luís Maldonado, Isaac Manzaneda y Edmundo Sotomayor, se han convertido en simples administradores de la pobreza hospitalaria antes que diestros visionarios o gerentes preparados para la función.
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