7 de mayo de 2009

El “faenón” más caro de los policías

Similar al problema del racismo, la pobreza, el desempleo y la desnutrición, el Perú afronta un problema endémico que es la corrupción. El último martes, el fiscal Fredy Vilca Monteagudo de la provincia de San Román en Puno, vivió en carne propia el abuso de poder que a diario se perpetra en nuestro país; luego de constatar un acto de corrupción en el cuerpo policial, ordenó la detención inmediata del suboficial PNP, Javier Elías Panca Quispe, pero los efectivos del orden, es decir sus camaradas que llevan el informe de la Policía Nacional del Perú, se negaron a detener al mal elemento, aduciendo que no vieron el acto delictuoso. Después de varias gestiones finalmente se internó al efectivo que exigió 2 soles para tolerar la falta de un transportista. ¿Pero qué del ciudadano que cotidianamente es acosado por malos servidores públicos?

La corrupción está en todas las esferas, en el transporte, en el mercado, en la escuela, en la municipalidad, en el gobierno regional, en el gobierno central, en los partidos políticos y en las diversas formas de organización a las cuales accedemos diariamente; la corrupción convive con cada uno de nosotros, de un lado el pueblo rechaza, critica y se muestra en desacuerdo, pero por otro lado sucumbe al mal comprendiendo que es el medio más rápido para cumplir con su objetivo; convirtiéndolo en su estilo de vida. Así es el Perú.

El doble discurso es una estrategia que caracteriza a los asiduos practicantes de la corrupción. Cuando en diciembre del 2008, se hizo pública la conversación telefónica sostenida entre el aprista Alberto Quimper, (director de Perú-Petro) y Rómulo León Alegría (ex ministro del primer gobierno del APRA), celebrando su hazaña delictuosa con el ahora famoso término "hemos hecho un faenón"; el presidente de la República se apresuró en calificarlos de "ratas", "víboras", "felones" y "fariseos", pero hasta ahora no existe una sanción a los autores del tal delito, lo que más se evidencia es la lentitud en el juzgamiento y un tácito encubrimiento de parte de los apristas y del sistema de gobierno en sus diversas esferas.

La historia nos demuestra que la corrupción, es el principal factor para el subdesarrollo, el culpable de la desconfianza generalizada de las instituciones estatales, un tributante mayor de la pobreza porque imposibilita la distribución adecuada de la riqueza, y sobre todo debilita la democracia al punto que los miles de ciudadanos piden a gritos un gobierno autoritario.

El acto indecoroso registrado por el fiscal Fredy Vilca Monteagudo, es sólo la confirmación de que los ciudadanos estamos inmiscuidos en una cultura de la corrupción y nuestra sociedad lo ha aceptado y convertido en mecanismos de funcionamiento del sistema, tanta es la resignación del pueblo que la frase “que robe pero que trabaje” hasta suena a elogió para algunos, pero esta frase también encierra nuestro actuar, evidencia nuestra pobreza interna.

Para frenar esta crueldad y putrefacción del alma; es necesario afrontar desde todos los frentes, por ello nuestra sincera felicitación al representante del Ministerio Público quien tuvo la osadía de enfrentar a los malos efectivos que a diario perpetran su cometido, convirtiéndose en asaltantes uniformados de las carreteras. Queda en cada uno de nosotros fomentar la cultura de anticorrupción, el cual empieza en casa y en la escuela.

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